sábado, 26 de abril de 2014

DARSE CUENTA


 

Te la pasas pintando y yo aquí mirándote, vos ni cuenta te das que he llegado. Manchas, solo veo manchas en ese lienzo y a veces frutas y verduras, como ahora, que estas con la manzanita, la retocas, la miras, la adoras. Vos y la manzanita y yo tengo hambre
-¿Qué hay de comer?
-En la heladera esta la comida ¡calentála!.
 
 Y yo te hago caso y me siento a comer solo, como un perro, va, ni un perro come solo, como el estúpido que soy que te mira mientras me llevo el primer bocado a   la boca viendo como seguís retocando la maldita manzana, lo único que me falta que me hayas dejado de postre la misma fruta que te separa de mi como tantas otras.
Me pregunto porque te casaste conmigo y no con un pintor, si al final somos tan diferentes, o porque yo no me elegí otra, pero ya está, ahora que le voy hacer.
 
 Tendré que esperar el fin de semana,  que vengan tus amistades, todas de la misma calaña, digo así porque no soporto a ninguna, siempre hablan de lo mismo y yo quedo pintado como un cuadro, en eso me convertiste ¡en una pintura muerta! o quizás fui yo el que lo permitió, pero ahora que le voy hacer.
Algo tengo que decir
 
 –¡Lindo día hoy!- digo a lo que me respondes.
-¡Silencio! estoy inspirada.- Entonces me colma la paciencia y te digo.
-¡Nena!… ¿porque no te casaste con otro si tanto te molesto?
 
-¡No sé qué te molesta que pinte ahora!- me decís
- ¡Podrías darme un poco de bola no te parece!
 
-  ¡Me queres decir que te pasa! estas molesto hoy
-¡Hoy y siempre! esto no es de ahora, estoy juntando, juntando y ya no aguanto más, estoy viviendo con un loca que pinta cuadros ¿Sabes lo que podes hacer? quedate con el lienzo, el pincel, las pinturitas, me voy, así, ¡No te molesto más!
 
Junto todas mis cosas, y nada, creí que vendrías, me armarías un escándalo, tenes otra, me pusiste el cuerno, no nada, esta mujer no existe, sos más fría que un tempano, camino hacia la puerta y seguís pintando, entonces te digo.
-¡Me estoy yendo!
 
-Mira bien lo que haces, otra como yo no vas a encontrar
-¡NOO Dios me libre! De encontrar otra igual, sabes que, ahora que te miro bien, como no me fui antes, no entiendo como llegue hasta acá, quedate con la casa, el auto, los muebles, todo ¡Pero a mí! No me ves más.
 
-No decís nada, seguís pintando, camino hacia la puerta, me detengo, te miro, todo sigue igual, ya esta, salgo a la calle y camino, tengo un nudo en la garganta, que estúpido fui, nunca me quisiste.
 
 CAPITULO 2
Un año después.
 
Sigo comiendo solo, pero al menos mejor así y no mal acompañado, por lo menos tú indiferencia no me lastima.
 
Que habrá sido de vos, no supe mas, que estarás haciendo… y pintando que otra cosa, no me buscaste, no me pediste plata, nada, como si yo nunca hubiera existido, a lo mejor lo soñé y jamás estuvimos juntos.
 
Los primeros tiempos fueron difíciles, el psicólogo me dijo que era el chico de los mandados, vos una vividora y para finalizar yo un pelotudo.
Nunca más volví al psicólogo.
 
Para semana santa fui a misa, el sacerdote lavaba los pies, igual que Jesús a sus discípulos, igual que yo te lavé los pies a vos y a toda tu familia, no te hice faltar nada, trabajaba todo el día, y lo que querías lo tenias, recuerdo cuando me fundiste, si no te complacía había que aguantarte, cuando andaba con lo justo y se te antojaron aquellos zapatos caros, tuve que salir a pedir prestado.
 
Después cuando andaba mejor vino el viaje a Europa porque tenías que ir a una exposición, no es que tenga nada en contra del arte, sin embargo me endeude y fuiste a Paris, trabajaba doble turno para pagar el crédito.
 
Nunca te conformabas con nada, siempre me sorprendías con un capricho. Pero yo no soy Jesús, no se le puede lavar los pies a cualquiera, cuando andaba mal le pedí plata a tu mamá y como no tenia para pagarle, me puso a lijarle las sillas porque de alguna manera se las tenía que cobrar.
 
Pero me las desquite porque cuando me encontré a la gorda caminando con su bebe en brazos, porque mi suegra siguió teniendo hijos, yo andaba en mi auto, ya mi situación había mejorado, entonces me hizo el tiro de que la llevara unas cuadras, y yo me hice el sonso, total el bebe no le pasaba nada, si iba en brazos, camina gorda dije y así me las cobre.
 
Me quede con ganas de romperte algún cuadro, el pincel, desparramarte las pinturas por todos lados, hubiera estado bueno verte sufrir, pero no se me ocurrió.
Haberte hecho sufrir un rato, aunque me hubieras odiado después, total no se cual hubiera sido la diferencia si ni me registrabas, al menos así hubieras tenido algún tipo de sentimiento hacia mí.
 
No encuentro la respuesta en ningún lado, fui a hablar con el cura, el cual me dijo que hay que perdonar, pero perdonar que si no me hicieron nada, ni siquiera eso, ni me buscan.
Como le conté lo que le había hecho a mi suegra, me dijo –debiste haberla llevado, no es así como se comporta un cristiano, seguramente ella se habría dado cuenta tu don de gente.
-
Pero padre, si mi suegra siempre se rio porque yo era un pelele al lado de su hija, que me está diciendo.
 
También menciono que estamos casados por iglesia hasta que la muerte nos separe, que hay que estar juntos en las buenas y en las malas, que hay que comprender, a lo que yo le conteste,
 
-Ese es el punto yo estuve en todo momento, comprendí hasta darme cuenta que no existía para ella, y en cuanto a lo otro yo no voy a morir así, ignorado, tengo derecho a una vida sana.
 
Siguió con su sermón, lo deje hablando solo, no es que sea un maleducado pero hay cosas que me superan.
 
Terminé otra vez en el psicólogo, a otro porque el anterior nunca más, me dijo este, que yo generé esta situación, por metido, si, porque siempre quiero solucionarle los problemas a los demás, que soy omnipotente, que quiero tener todo  bajo control, entonces yo le conteste  -¡Pero si me tenia cagando! a lo que él me contesto –Entonces usted no sabe decir que no, usted tiene el si fácil, usted siente culpa si no puede dar lo que le piden, es una mescla de todo  –¡Entonces quien mierda soy! - le dije y me fui dando un portazo.
 
Eso es lo que me pasa, en este año no me puedo encontrar, no sé quien soy, ni siquiera sé si te quiero, me duele lo que paso, me siento humillado, quizás sea eso.
 
 CAPITULO TRES
He decidido mirar a mi alrededor, quizás encuentre alguna respuesta, me siento en la plaza, miro los pajaritos, los perritos, los niñitos, no hay nada, todo en perfecto equilibrio, todo normal, entonces… ¡Yo soy un desequilibrado! ese debe ser el problema.
 
Voy al supermercado, en la fila que hacemos para pasar por la caja, un señor y su esposa, el canasto repleto, lo tiene que pagar el, seguro, ella empieza a mirar el canasto y gritándole le dice
 
-¡Pero miraa!  ¡Para que compraste esto, no te dije que esto noooo!  a lo que él le contesta
-
Bueno, no me di cuenta.
 
¡Ah noo!,loca, igual, igual que vos, pobre tipo, y seguramente la va a aguantar toda la vida, sí, eso es, la convivencia, cuando te encontraste con alguien que te tomo el tiempo, fuiste.
 
Al menos yo me fui, zafé, no voy a llegar como este hombre a su edad a que la mujer lo trapee, estas bien o no estás, solo, pero con la frente bien alta.
 
Tiempo después estaba comprando pasajes para irme a una playa de Brasil, quiero conocer el mar, aunque estoy solo, pero alguien voy a encontrar con quien hablar, siempre en los viajes la gente se brinda.
 
Salgo de la agencia y te veo, la vida nos encontró nuevamente,¡ qué momento! estás allí frente a mí, siempre creí que volverte a ver seria caótico, pero no, no siento nada, ni siquiera sorpresa, tu mirada es la de una mujer triste, no es la misma que deje aquel día.
 
-¿Como estas? me decís – la primera vez que me preguntas  como estoy.
-Bien y vos ¿seguís pintando? – se lo tenía que decir lo tenía bien guardado.
-No, no ya no
-Que te paso ¿se te termino la inspiración?
-No no es eso, he estado enferma, y ya no se puede, mis amigos ya no están, se que estuve mal con vos, no te pido que vuelvas, es más, mi familia te busco para que te hicieras cargo, pero no te encontró, donde te metiste.
-¡Qué raro! porque esta ciudad es bien chica, todo se encuentra. Mira, te deseo lo mejor, sabes nosotros éramos diferentes, eso fue, y yo no lo podía aceptar, ni yo te puedo cambiar a vos ni vos a mí, uno es como es, ya está.
-Pero ¿ me vas a ayudar? Necesito plata.
 
Estuve a punto de preguntarte de que estabas enferma, cuánto dinero necesitabas, pero algo me impulso a salir de allí casi corriendo, no quería caer nuevamente en tus manipulaciones.
 
No quería caer en mi debilidad de solucionarles los problemas a los demás, de hacerme cargo de todo y de todos, de sentir culpa si no lograba verte bien, como si yo tuviera toda la responsabilidad de cambiar el mundo.
 
Hay un límite entre lo que son nuestras responsabilidades y nuestros derechos a ser respetados, se puede ayudar y después seguir nuestro camino, sin que nada nos lastime.Oh pero si ya estoy hablando como mi psicólogo.
 
Viaje, regresé, fui feliz, tuve una buena vida, supe de vos que tenias depresión, no estabas tan mal, al menos quería saber de qué se trataba tu enfermedad por si las moscas y ayudarte de lejos si fuera necesario, pero no hiso falta, tenías que salir a trabajar, ese era tu problema, y no te gustaba, nunca lo habías hecho, lo que necesitabas era un idiota a quien manipular para estar bien, y no encontrastes a nadie, ni siquiera a mí.

fin


Estela caruso jaeltete

Es ficcion

jueves, 10 de abril de 2014

UN DESOPILANTE CUENTO, LOCO, LOCO, LOCO


LA ROSITA Y LA LUZ MALA.

Dedicado a los hipócritas de siempre.

 
Asombrada y boquiabierta observaba en el patio de su casa la luz que de muy lejos se veía brillar, primero, estaba quieta, como amenazante, para después elevarse en el cielo y desaparecer.

Cansada de andar por todos lados, después de haber visto la misteriosa luz, viajo a la ciudad y se dirigió al diario Allí la recibieron unos periodistas, que, curiosos por lo que planteaba, la miraban asombrados.

-He visto la luz mala –decía Rosita- fui a ver al cura y me mando a rezar, el comisario se reía y el dueño del campo que lo dejara de molestar  - Ustedes me pueden ayudar?

Algunos periodistas sonreían y siguieron con su trabajo, solo uno le prestó atención, pero un poco por curiosidad, más que por creerle.

 -Haber dime muchacha, Qué fué lo que vistes?

-Eran las dos de la mañana y la vi, estaba allí, quieta, luego se elevo y se perdió en el cielo.

-Así? y que hacías levantada a esa hora –un poco tomándole el pelo –

-Dormía, cuando me despertó un ruido extraño, algo que se sentía en el cielo, cuando salí al patio… la vi.

-¡Un ruido en el cielo! eso me interesa y dime donde es eso?

-En los campos vecinos de don Filipetti,

-¡Así que  eres vecina de don Filipetti! y ves esas cosas. Esto me está empezando a gustar, sabes que, te molesta si voy contigo y nos sacamos la duda?.

-No para nada don, todos los martes se aparece y hoy no puede fallar.

La casa de la muchacha estaba retirada del casco de la chacra.

-Porqué vives tan retirada?

-Es que mi familia, mi tío y sus hijos dicen que yo merezco una casa mejor, más cómoda, estar sola, allá son muchos y demasiado trabajo.

-Que considerados, te quieren bien.

Esperaron hasta la hora indicada. Cuando escucharon el ruido, salieron en silencio. Él le marcaba que lo siguiera tranquila, avanzaron entre los árboles hasta llegar a unos arbustos que eran muchos y bien altos.

Escondidos observaron las imágenes.

- Esto es lo que vistes Rosita?

-Que es eso? ¡¡¡ Un OVNI!!! ¡Yesos son extraterrestres! No era la luz mala.

-Eso es un avión comercial. O es que nunca vistes uno,

-No, solo en el diario, pero no era así

-¡Y cómo era! son todos iguales

-¡Qué sé yo! ¡Tengo miedo!  Que hacen?

-Y esos no son extraterrestres, son hombres con la cara tapada.

-Están bajando cajas, las mismas que tiene mi tío Pocho en el galpón.

-¡Tu tío! o sea que se las llevan a tu campo.

-A yo que sé, yo solo vi la luz.

-Vámonos antes de que nos descubran.

Salieron como alma que lleva el diablo, parecía que no llegaban más. Una vez que ingresaron a la casa, Rosita puso traba y corrió unos muebles tapando la puerta.

-¡Ay que cagaso don! por suerte estamos en casa, no nos vieron parece.

-¡No, quedáte tranquila! lo que tenes que hacer es llevarme al galpón, pero sin que nos vean.

-Eso va a estar bien difícil, tendrá que ser cuando estemos seguros que estén durmiendo.

-Alguien cuida el galpón?

-No, nadie, ahora vamos a tomar unos mate que le parece, me dio hambre, quiere pan casero?

-Si ,a mí también me dio hambre. Mate con pan casero, espectacular Rosita..

Mate de por medio

-Usted me dio miedo, me dijo que tuviéramos cuidado que no nos vieran

-Sos muy ingenua Rosita, ya te voy a explicar, después.

Más tarde, salieron sigilosamente en la noche, como gatos, sin hacer ruido, despacito llegaron al galpón. Ingresaron por la parte de atrás para que no los vieran, era un espacio muy reducido, un agujero en la parte baja de la pared, para que lo habían dejado así, no se sabe, pero la Rosita si sabía de su existencia y allí estaban.

-¡QUE ES ESTO ROSITA!!!

-Son de mi tío Pocho. Es fécula de maíz, para el padre Tomas. El se las lleva al asilo de anciano, para que no se le paspen las bolas a los viejitos.

-¡¡El cura!! No me digas que el cura se las lleva.

-Sí, yo lo vi junto con el comisario. Mi tío me dijo eso, cuando yo estaba ahí paradita mirando.Entonces,  el cura dijo ¡Y ESTA ¡  y el comisario, ¡QUE mierda hace aquí!!  Entonces mi tío Pocho, me saco despacito y me conto la obra de caridad que hacen.

-¡No no!  -hablaban muy bajito - Rosita, esto no es, que ingenua por Dios. Yo te voy a contar algo.Pero ahora vamos a tu casa, corremos peligro aquí.

Cuando iban saliendo, Rosita ante la desesperación por salir de allí, quedó atorada.

-¡Ayúdeme don!

-¡Es que no puedo! no ves

-Se me quedo enganchada la bombacha

-¡¡¡ QUE!!! y ahora?

-¡Sáquemela, sáquemela!

-¡Estás loca!

-Es la única manera.

-¡Bueno, ahí voy, ahí va, ahí ahí!

Justo en el preciso instante que le estaba sacando su prenda, se escucho una vos

-¡Qué está pasando aquí carajo!

-¡Es el primo Joaquino!

-¡Y ahora!

-¡ah ah ah!  - jadeaba la rosita - ¡¡¡ aaaay!!!

-Pero mira Rosita que ocurrencia la tuya, si habías salido ligera, si pareces estúpida no ma -.dijo su primo

Dando un salto y dejando al periodista con la bombacha en la mano, la muchacha se acerco a su primo

-No le cuentes a nadie, por favor, prométeme.

-¡Y porqué aquí!

-Es que aquí es má esitante, por eso de que nos pueden enganchar

-¡Ah! mira, no sabía, con razón la mujer de Filipetti siempre me dice que la isita mas cuando piensa que en cualquier momento va a caer el marido, y me hace de goma la vieja, bueno pero ya, te vas o me arrepiento y cuento todo.

-¡No! no primo, quedáte tranquilo, que ya nos vamo noma.

Salieron a los gambasos, corrían como si fuera la última vez. El hombre todavía llevaba la prenda en la mano, hasta que finalmente.

Llegaron a la casa, la muchacha transpirada, agitada, asustada, sin habla. Otra vez la tranca y los muebles tapando la puerta.

-¡Ah no! yo me voy a morir de tanto susto.

-Mirá que ocurrencia la tuya, pero zafamos, Así que tu primo se garcha a la mujer de Fillipetti.

- Le gustan los pendejos a esa señora, pero usted no le vaya a contar a nadie,

-¡Noo! Si, quedáte tranquila, lo que no se cuanto tiempo se van a creer mi presencia aquí

-Entonces que vamo a se.

-Voy a contarte de que se trata.

-Lo escucho.

-Oistes hablar de sustancias ilegales.

-No

-De sustancias prohibidas

-No

-Peligrosas

-Tampoco

-Decime Rosita cuántos años tenés.

-Veintisiete.

-veintisiete años al pedo Rosita, vos no sabes nada.

-Y bueno que quiere una e como es.

-Bien, escuchá, prestá atención.

Pasaron minutos, horas, y así toda la noche, él le explicaba, hasta que canto el gallo, entonces ella que permanecía atenta y callada le dijo.

-Ahora escúcheme usted a mí.

-Si, decime.

-Usted, que tiene pensado hacer?

-Ah, nos vamos entendiendo, la nota, mi gran nota ¡Te imaginás!

-No, yo no imagino nada, y como le va a hacer

-¡Mirá! Sabes qué es esto? –le muestra un anillo- Es una cámara, aquí tengo las pruebas

-¡No, no, no señor! nada de pruebas, usted va hacer lo siguiente.

El periodista la escuchó asombrado, mudo quedó, no podía creer lo que la muchacha le decía.

 

Dos días después.

Los habitantes de la ciudad despertaron sorprendidos con la última noticia del periódico, decía así.

En los últimos tiempos se escuchaba como un trueno muy potente todas las noches. Así que investigaron y el resultado fue que aquel ruido que despertaba a los pobladores de San Benito,  venía acompañado de una lluvia blanca y de de una misteriosa luz, que caía en los campos de don Filipetti, un acaudalado terrateniente del pueblo. Episodio que fue fotografiado por la gente lo mejor que pudo.

Inmediatamente, como es de imaginar, llegaron autoridades eclesiásticas, del gobierno y periodistas de todas partes del mundo.

La Rosita y un grupo de personas junto al periodista habían vallado el lugar, el que se mantenía a una distancia bastante considerable lejos de los curiosos.

-¡No se puede pasar, no se puede! – Decía la Rosita – este es un lugar sagrado, nadie puede pisar, ni manchar el suelo del señor con su presencia pecaminosa.

-¡Soy el obispo! tengo que corroborar que esto sea así –decía la autoridad de la iglesia.

-¡NO! ¡De ninguna manera! esto es un milagro y nadie, pero nadie, por ma autoridad que sea, va a pisar ese lugar en el que se ha producido la presencia del señor, porqué como verán allí… ha nacido un árbol. Ven ese arbolito pequeñito, ese es el símbolo de lo sucedido. ¡Pidan, pidan señores y se les dará!

El viejo Filipetti acaba de llegar y los ojos parecían salírseles de la desesperación.

-¡NOOO! –grito el viejo y luego acercándosele prosiguió - Rosita que mierda es esto, que hiciste carajo -le decía bajito, tomándola del brazo.

-Sh silencio Filipetti, Señores aquí a mi lado está el hombre, elegido por el señor para manifestar su presencia en una lluvia blanca y una luz divina, el señor bendijo sus campos, y saben porque, porque este noble hombre dono cien millones de dólares a este pueblo para ponerlo a trabajar, entonces que esperan para agradecerle

La multitud levantó en andas al viejo Filipetti, mientras decía su nombre

-¡FILIPETTI   FILIPETTI!!!

El viejo sonreía entre dientes y puteaba a Rosita, mientras lo tiraban para todos lados y ya se estaba mareando, los ojos se le iban para atrás.

-¡Señores! aquí, tengo al comisario, el hombre que nos cuida, a él le debemo la seguridad de este pueblo, hombre honesto y leal.

-¡Que es esto negra de mierda! no te pases de lista

-Tranquilo comisario, usted con esto se ha ganado un asenso, sonría, sonría.

Y Rosita continuaba con su discurso

-¡Y aquí! a mi lado, el padre Tomás, benefactor del asilo de ancianos, no es así padre, siempre preocupado por los viejitos, este hombre es tan santo que el señor lo eligió como su siervo para guiar a su pueblo en este momento de cambios.

-Devolvenos lo que es nuestro, solo te lo digo una vez.-le dijo el cura por lo bajo.

-rece seis padres nuestros y seis ave maría, padre Tomás, no le queda otra.

-¡No sabes! con quien te metes.

-¡Así no me diga! sabe qué? anda a cagar. ¡SEÑORES! y esto no es todo, ahora vendrán tiempos de abundancia, No es así padre? dígale, dígale a sus fieles, háblele de este milagro. Vamos padre, la gente lo espera, y asegúrese que nadie se acerque al lugar porque estamos todos en la hoguera.

Miro a Filipetti quien le dijo con la cabeza que hablara de una vez, mientras con el pañuelo se secaba la transpiración y el comisario le dijo.

-Lo escuchamos padre, lo escuchamos.

-¡HIJOS MÍOS! es verdad que aquí ocurrió un milagro, muchos de ustedes fueron testigos de tan bello paisaje, la luz – y miraba a Rosita- y ese manto blanco caído del cielo, ahora está en cada uno de ustedes hacerlo realidad…..

¡BIEEEN!  gritaba la gente y el cura seguía orando y la gente gritaba de alegría.

El periodista sonreía satisfecho, había logrado la nota de su vida.

-¡SEÑORES! –dijo la Rosita – y para finalizar quiero agradecer a las  mujeres de San Benito, valientes y de fe, madres, esposas, hijas, abuelas, tías, cuñadas, sin ellas esto no hubiera sido posible.-mientras, va recordando lo que pasó aquella noche, en una parte de los campos de Fillipetti,para no despertar sospechas, a varios kilómetros del casco de la estancia, ya que esta abarcaba una gran parte de la región, un helicóptero paso y produjo una lluvia blanca, mientras  las mujeres desparramaban el contenido de las cajas, hasta dejar el  suelo totalmente cubierto, la madama del cabaret colocaba una potente luz de un reflector, las chi chi, ponían una plantita, el periodista sacaba fotos y así montaron la gran farza-   y agradecer a las mujeres del cabaret de Carmelita, para ellas también están abiertas las puertas del cielo.

Por allá venia el tío Pepe, sin entender lo que pasaba, bajo la mirada amenazante de los otros tres.

-Tio pepe, perdón por haberlos emborrachado a todos –abrazaba a su tío y seguía diciéndole al oído –gracias tío por haberme dado el nombre del señor, sin tu ayuda no hubiera sido posible este milagro, es que cuando te pasas de copas cantas todo vos, te has ganado el cielo.

A los pocos días, la lluvia blanca ya no estaba, él señor se la había llevado.

El pueblo había sido tomado por sus habitantes, dirigidos por La Rosita y ayudado por un periodista de la ciudad.

Los millones que ganaron con la lluvia blanca, les permitió hacer hoteles para los turistas que iban a sacarse fotos y a tocar el arbolito.

La Rosita se había transformado en una especie de elegida o enviada porque la gente la tocaba y le pedían la bendición. Algunos decían que era milagrosa y las alcancías desbordaban en donaciones.

El cura, el comisario y don Filipetti, como dicen en el pueblo, se la tuvieron que mamar, discutían y el viejo les decía,

-¡Donde estaba comisario cuando pasaba esto!, porque yo como marido cornudo fui el último en enterarme.

-A mi no me diga nada, yo no leo diarios, ni escucho radio, me entere de casualida.

-Y usted padre?

-Orando Don Filipetti, orando.

Todos en el pueblo se enriquecieron y tuvieron una vida de lujo.

Y como decía el abuelo de Rosita.

Malos va a ver siempre mija, pero ay que saber sacar provecho de ellos. Como? bueno, sólo espera una señal, total el que le roba a un ladron…

Estela Caruso gallete

Es Ficción.

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ESAS COSAS QUE NO SE DICEN


 Me levanté demasiado temprano, te veo dormida y trato de no hacer ruido, pero es inútil, me llevo por delante la vieja silla de madera tan gastada como mis sueños, esos que se fueron desvaneciendo poco a poco con tus ausencias, esas que se clavan en mi alma como diciéndome que ya no quieres estar más conmigo, es por eso que decido irme,  si solo te hago sufrir, es mejor no estar, si total para que, para verte mirar por el cristal de la ventana vaya uno a saber qué cosas, porque no estas allí, estas tan lejos que ni siquiera sabes cómo está afuera, después comienzas el día, tu día por decirlo de alguna manera, te cuesta tanto estar en el que es un castigo para vos llegar a la tarde en esta casa que nos guarda con nuestros silencios, porque hace tanto tiempo que no nos hablamos, que es mejor que salga cuanto antes por esa puerta y no vuelva , es mejor que sea ahora antes de que me arrepienta, me quede y todo siga igual.

En una calle desolada de una ciudad dormida mis pasos van hacia donde yo los quiero llevar, aunque, una parte de mi quiera regresar, sin embargo, siguen a la estación de tren donde jamás hubiera pensado que estaría sin vos, si estábamos siempre juntos, que nos paso, no lo sé, fue así, un día de repente fuiste otra persona, y yo me quede solo como estoy ahora aquí esperando un tren viejo y ruidoso en una estación sucia con personajes patéticos de esos que habitan en la noche, únicos testigos de mi desolación.

Los personajes de esta ciudad van llegando con sus caras cansadas antes de empezar la jornada ,siendo que recién se despiertan y suben al tren sin ganas, como si algo los empujara a hacerlo y así se sientan y miran a través de la ventanilla resignados a un nuevo día, así como tu cara frente al cristal, son igual a vos y yo no entiendo porque si te lo di todo, que mas querías de mi, nunca te lo pregunte, no se porque, quizás por miedo a la respuesta a que me digas que amas a otro, que yo soy poca cosa para vos, que no te animas a decírmelo, pero si es tan fácil decirlo, si yo voy  a entender cómo no voy a entender si te amo y lo único que quiero es verte feliz, si eso fue lo que te atormentaba, ya es momento que me lo digas, que se valla el tren a otra parte porque yo estoy yendo a que hables de una vez, a que no te quedes callada, si me tengo que ir lo hare, pero no así, huyendo como un cobarde,  debo enfrentar la realidad como esta llovizna que me está mojando hasta el alma, que me acompaña en este día gris ,para ver al llegar tu rostro pegado al cristal,  para no variar estas allí igual que siempre, entonces me apresuro pero sos vos que abrís la puerta y me abrazas como nunca lo habías hecho y rompes en llanto y me decís

-¿ Hasta cuando vas a estar ausente?  ¿no te das cuenta que estoy sufriendo? O es que ya no me queres.

                FIN                                              
Estela Caruso     ES FICCION

































 

INSPIRACION EN IMAGENES la mujer de la tarde,


Camina coja, la esquina nos encuentra en la tarde de verano, enfundada en un tapadito de lana tramada color lavanda con algunos detalles en blanco, el gorro  que deja asomar sus cabellos rubios que caen en su frente dejando ver sus inmensos ojos azules, la carterita colgando de su brazo y las miradas sorprendidas de algunos, como la mía, que me la llevo en mi pensamiento tratando de saber quien es,  y las risas de otros que no disimulan burlándose de su destino.

Así la veo todas las tardes cruzándose en mi camino, llegando al teatro donde todos la conocen porque forma parte de su historia, el escenario la espera como todos los días, los colores del pasado danzan en su memoria, la sala llena y la ovación de pie, es amada, admirada, ella con su pierna coja da vueltas y vueltas hasta caer… como aquel día, que marco su desdicha para siempre, quebrando su tobillo al igual que su vida.
Ahora, la sala esta vacía, esta vez, el espectáculo no continuó, toma su cartera de cuero gastado y poniéndose de pie como puede... la bailarina comienza el regreso con su pierna coja, el regreso a su lujosa y antigua casa con porton de hierro que guarda celosamente todos sus secretos, el regreso de la mujer en la tarde detenida en el tiempo,del que nunca mas volvio.                 














 

miércoles, 9 de abril de 2014

EL UMBRAL DEL TIEMPO

El hombre maloliente camina por las calles arrastrando sus miserias, quien sabe Dios de donde viene y hacia donde va, no tiene horizonte, sólo sobrevivir.

El hombre rico y perfumado va por la vida altivo y orgulloso de sus riquezas, admirado, adorado, querido, respetado, es todo un señor.

El hombre maloliente come de la basura, el hombre perfumado come manjares  y tira a la basura lo que le sobra.

El hombre que es todo un señor sale de su casa en las mañanas con su auto importado, el pobre vagabundo se le acerca y le pide una limosna-sal de aquí, no te me acerques borracho inmundo- le dice y sube a su auto y se marcha, el otro se queda mirándolo.

Sigue su camino sobre sus pies curtidos que son su único vehículo desde hace ya tanto que ni recuerda en que momento dejo de ser digno, su mirada por momentos parece emocionada al ver el cielo que es su techo, como si allí estuviera algo o alguien a quien el espera ver en los días de sol y en las noches estrelladas. Se sienta en alguna calle y observa el firmamento, sin tener respuesta ,sigue con su dolor y sus misterios a los que a nadie le importa porque solo es un pordiosero, como si por su condición no pudiera tener pasado, haber amado, soñado, quizás, se le quebró el alma y no pudo seguir, quizás simplemente es un hombre enfermo a los que todos repudian, porque es eso ,como un monstruo maloliente, como si llevara la peste, así vive y así morirá, pero seguramente no tendrá que rendirle tanto al supremo porque ya padeció en la vida ese lado oscuro que todos llevamos.

Siguiendo su camino llega a la iglesia, ve que allí justamente el señor perfumado esta entrando en ella. Entonces el observa a Dios desde lejos porque solo eso puede hacer, como va a entrar allí con sus harapos y mezclarse con la gente bien, el mendigo maloliente.

 Sin embargo el pese a todo se acerca y espía, sus ojos son testigos de la hipocresía, no ve a Dios en sus miradas, solo divagan por el templo como esperando que la ceremonia termine pronto, en la puerta como haciendo acto de presencia esta el perfumado listo para salir antes que todos, los ve tomados de la mano elevando una plegaria, mas tarde todos se abrazan y se besan, en su mente cansada de tanto andar y ver no entiende que es lo que hacen, pero es lo suficientemente cuerdo para darse cuenta que allí algo no esta bien, luego los ve salir, todos saludan al sacerdote  pidiéndole  la bendición, hasta agua  en botellas llevan para ser bendecida, sonríe y lleva su mano al corazón, porque el siente que allí esta Dios.

 De pronto lo ve a su amigo el señor que se acerca al auto tras haber saludado al cura y antes de ascender nota su presencia –otra vez tu, no eres digno de estar acá, vete antes de que te vean,- el lo mira y sonriéndole le contesta – ¿qué me vea quien buen hombre?, porque a usted todavía no lo pudo ver, que pena con usted- el hombre se pone furioso y tirándole unas monedas le dice,

¡No me sigas más!, ¡toma esas monedas! ¿Eso es lo que quieres? ¡Bueno ahí tienes - seguidamente sube al auto.

Toma las monedas del suelo se acerca y se las tira dentro y le dice.

-a usted buen hombre le van hacer mas falta que a mi, yo ya estoy acostumbrado a no tener nada, pero créame una vez lo tuve todo y lo perdí, desde entonces  ya nada importa, deambulo  en el tiempo sin esperar nada mas , solo quiero reunirme con lo que perdí y le pido a dios que me acompañe en mi andar, ah…. No fue dinero lo que perdí, le aclaro por si acaso.

-sabes no me gusta que me vean hablando contigo-dijo el hombre

-no si el que esta hablando soy yo, sabe que pena con usted, porque tanto que viene a la iglesia y   bueno, prepárese amigo, digo… Por si la caída pueda llegar a ser tan fuerte, no sé si lo va a soportar y  de eso nadie se salva, pero usted se la creyó y todo llega todo, adiós señor, no lo molesto mas.

El hombre perfumado se indigno, bajo la vista y maldijo, abrió la puerta descendió para insultarlo una vez más.

Entonces lo que ve lo espanta, el rostro del pordiosero es el… dentro de muchos años.

Entonces lo deja partir, y se queda impresionado al ver que el hombre se pierde en la noche atravesando el umbral del tiempo.

 
ESTELA CARUSO
ES FICCION

 

 

 





















 

sábado, 5 de abril de 2014

LA SEÑORA BROWN


                                         LA SEÑORA BROWN

EL MENSAJERO

El viaje en tren fue agobiante. Descendí en el andén de la ciudad de Santa Clara que  curiosamente tiene nombre de mujer, está rodeada de montañas y en su paisaje otoñal la niebla ya se hace presente en esta época del año. Las construcciones de las casas son tan antiguas que pareciera que el tiempo no hubiera transcurrido.
El frio me cala hasta los huesos, bajé el ala de mi sombrero y envolví mi rostro con la bufanda. Ni mi sobretodo largo ni mis guantes podían resguardarme del clima del lugar. Caminé rápido, quería llegar lo antes posible a la casa de la señora Brown, seguramente allí me darían café caliente y descansaría un rato del viaje.
En el camino pude observar mucha gente mayor, supuse que los jóvenes se habrían ido a la ciudad a estudiar o a trabajar como sucede en los pueblos o ciudades chicas.
Según supe la familia Brown es una de las más ricas del pueblo y la más antigua ya que fueron unas de las fundadoras, además de ser una familia numerosa.
Antes de emprender mi viaje trate de saber algo mas de ellos y me contacte con una persona conocida de Santa Clara, la que me dijo que la señora vive sola en su casa, la que es visitada diariamente por su familia. Quedo viuda hace algunos años y desde entonces no se la ve.
Según cuentan ella y su esposo estaban distanciados tras la muerte de su hija Sara, que perdiera la vida en un viaje, lo que paso a ser un misterio del que nunca mas se hablo
Cuando el señor Brown enfermó su esposa no lo cuidó, ni lo lloró en su muerte. Es por esto que mi curiosidad por llegar y conocer a esta mujer me invade cada vez más.
Un llamador con la imagen de un león es presionado por mis manos una y otra vez en la antigua puerta de algarrobo. Imagino cuando fue la última vez que atravesó el umbral, es entonces que me atiende una mujer que por su apariencia presiento que es una empleada.
La casa huele a viejo, a humedad, el empapelado de las paredes ha perdido su color con el paso del tiempo. Ya en la sala puedo observar que esta decorada con muebles de época, un piano parece olvidado en un rincón de la sala, como si nunca mas las manos de una mujer volvieran a acariciar sus teclas y lo que si me llama la atención que hay solamente un retrato. Me detengo ante el y lo observo, los ojos de la joven allí retratada no me son desconocidos.
 El hogar esta encendido, muy cerca de el esta Clara Brown, sentada en una mecedora, una manta cubre su falda, percibo sus cabellos blancos y sus hermosos ojos azules, huele a jazmines y me da la sensación que es suave como el terciopelo. Me sonrie, su vos apagada me invita a sentar, huelo a chocolate caliente que viene de la cocina, me quedo mirándola, la mujer me ha cautivado con su belleza otoñal y por un momento trato de imaginarla joven.

-No acostumbro a recibir a nadie-me dice-Pero tratándose de usted.

-Señora, no voy a quitarle mucho tiempo-la empleada me sirve el chocolate al que saboreo con placer, no se si por el frio, el cansancio o porque realmente esta delicioso.

-Señor, recibí su carta, recuérdeme su nombre por favor -quizás había olvidado mi nombre o lo hacia para asegurarse que realmente era yo quien le había escrito.-

-Vergé, Simón Vergé señora.

- Usted ha venido a traerme noticias de mi hija Sara, la debe conocer bien -se quedo en silencio, pensando, con la mano derecha apoyada en su corazón -¿Sabe lo que paso entre nosotras?-

Con un movimiento de cabeza le dije que si.

-¿Entonces sabrá que no la pude perdonar? - me miró y comprendió que yo sabía todo, aunque era obvio que ignoraba una parte de esa historia - Voy a confesarle un secreto que llevo guardado hace más de veinte años y usted ha venido a ponerle paz a mi alma. Cuando paso todo aquello le pedí que se fuera de la casa y así lo hiso, su padre jamás me lo perdono -mientras me dice todo esto, su mirada esta perdida en la lejanía del tiempo, da la sensación que no esta aquí, y continuó diciendo -Nunca más me hablo y nos amábamos, pero aquello destruyo su amor, el consentía a Sara, era su luz, cuando supo que se había marchado no dijo nada, solo me miro, sus ojos... ya no eran los mismos, me dio la espalda y camino vencido hacia el jardín y allí se quedo, entonces, yo entendí.
Se levanto con dificultad y se paro frente al cuadro.

- Es ella, se habrá dado cuenta, tenia dieciséis años ¿sabe? los jóvenes de hoy son diferentes, vienen y van, no dan explicaciones, son otras épocas, antes esta ciudad era muy moralista….y yo también, entonces mi corazón estaba lleno de odio- la ayude a que se sentara nuevamente- Después mis hijos crecieron con la imagen que yo quise que tuvieran de Sara, dije que se había ido de viaje, días después… que había muerto  -se quedo callada in instante-  No hubo tumba…ni preguntas señor Vergé, sólo el silencio.

Un silencio gélido se hizo entre nosotros, avergonzaba y dolía, no podía creer que una mujer tan dulce albergara tanto odio en su corazón, al punto de crear semejante mentira. También entendí porque se decía que Sara había muerto hacia veinte años.

--Ya sabe mi secreto señor Vergé, mentí su muerte, Debí haberla perdonado, eso pienso hoy, al fin y al cabo era mi hija….y la amaba.

-Señora Brown -me quedé mirando la alfombra roja que estaba bajo mis pies, me quedara por siempre en la retina de mis ojos como el recuerdo de aquel momento que me toco decidir - Le traigo noticias de su hija, ella me pidió que la viniera a ver.

-¡Como esta ella señor Vergé!  -lo dijo descargando toda su emoción y su culpa contenida durante tantos años.

-Bien muy bien señora, ella tiene una familia, se caso, tiene dos hijos, mire aquí están sus fotografías -con torpeza las saque de mi billetera y se las di- Son sus nietos, el muchacho es Tomas y la niña Clara como usted, puede quedárselas. -

La mujer tomo las fotos, sus manos temblaban mientras sus ojos miraban sorprendidos una y otra vez las imágenes.

-¿Y va a venir, que le dijo?-su vos sonó como un susurro

-Si señora va a venir -me quedé en silencio -Si usted quiere

-¡Dígale…! Que me perdone!!! -le costó decirlo, le costó romper con su orgullo, me di cuenta que no le quedaba mucho tiempo de vida, y se iría con la ilusión de que su hija un día entraría por aquella puerta.

-También me dio esto para que le entregara -saque de mi bolsillo una medalla y se la entregué, entonces la anciana no dijo mas nada, solo rompió en llanto.

Salí de la casa dejando a Clara Brown con una esperanza, con el alivio de haber perdonado a su hija, creo que hice lo correcto y no me arrepiento por ello.
 La puerta se cerró tras de mí y comencé a andar en la noche fría de esta ciudad a la que nunca más regresaré.

 Mientras voy camino a la estación de tren, recuerdo aquella tarde de otoño, en la que en mi consultorio del hospital, repleto de gente, me avisan que en la guardia, había una mujer descompensada, deje todo y me dirigí allí rápidamente.
Era una mujer joven, vestía un tanto llamativa y su maquillaje era exagerado. Estaba desmayada y las enfermeras estaban reanimándola. Volvió en si y fijo sus ojos en mí. Se la veía dolorida y angustiada. No dijo nada. Le tome el pulso y le pregunté-

-¿cómo se llama señora?

-Fara Nohach

-Ese es su apellido-pregunté

-n.o.h.a.c.h –deletreo mientras se quejaba de dolor-Siempre lo hago es que nadie entiende

-Tranquila, tranquila -dije-Edad

-Treinta y ocho años doctor-

-Bien,¿ qué paso? Dígame.

-Vine porque tengo un fuerte dolor en el estomago… me desmaye al entrar. Es la primera vez que me pasa algo así.

-Voy a darle algún calmante y le haremos algunos estudios –además de hacerle las preguntas de rutina, la mujer se marcho con la promesa de volver para hacerse un chequeo.

No se porque me quede pensando en ella, ya en casa por la noche se hacia presente su imagen contradictoria. Por su manera de vestir tan vulgar y su manera de ser refinada y distinguida, aunque fue poco lo que hablo, se le notaba. Días después mi trabajo continúo con su rutina. Mi vida tranquila y solitaria, enviude hace años y solo recibo en navidad la visita de mis hijos y nietos que viven bastante lejos
Ingresé al hospital, la vi sentada en la sala de espera de mi consultorio. Estaba mucho más demacrada que aquel día que la atendí, pero se podía notar que era una mujer todavía muy bella.
Había otros pacientes antes, los atendí pensando en ella, no podía sacar de mi mente su imágen, hasta temí que se cansara y se fuera, pero sin embargo esperó. Antes de hacerla pasar, revise los estudios que estaban junto a su carpeta médica, lo que vi fue lo ultimo que me hubiera imaginado, estaba muy enferma y tenia que ser yo quien se lo dijera. Como hacerlo, en todos los años que llevo como médico jamás me paso algo así, siempre fui firme y duro a la hora de tomar decisiones y de enfrentar a los pacientes en situaciones como esta, pero ahora flaqueaba sin saber que me estaba sucediendo.
Como lo hice durante años, parado en la puerta del consultorio y la carpeta en la mano pronuncie su nombre, solo que esta vez me sentía como el verdugo que va a dictar sentencia de muerte a una inocente.
Ella pasó inmediatamente y se sentó frente a mí. No me miraba, eso me llamo la atención sus ojos estaban fijos en el escritorio como perdidos.

-Señora-dije- Los estudios no han dado buenos resultados…...pero un tratamiento…no…-titubeaba tanto que ella clavo su mirada en mi y casi molesta me dijo.

-Me estoy muriendo, dígalo doctor, ya no hay mas nada que hacer-se levanto para irse.

-Déjeme hacer algo por usted, déjeme ayudarla-casi le suplique.

-Mejor preocúpese por los pacientes que todavía tienen buena salud, no pierda el tiempo conmigo-y salió dando un portazo. Me quede tan angustiado, no había podido manejar la situación pese a la experiencia de tantos años.

Pasaron tres días y no hice otra cosa que pensar en ella, no podía dormir y observaba por el ventanal la noche oscura y fría, trataba de imaginar en que lugar de la ciudad se encontraría, que estaría haciendo, como estaría viviendo sabiendo que eran sus últimos momentos, por eso a la mañana siguiente tome la dirección de su carpeta médica y me dirigí a su casa.
Era un barrio casi a las afueras de la ciudad, no me pareció tan desagradable salvo algunos rostros que daban temor y era mejor no mirarlos por las dudas. La casa era antigua y bastante arruinado el frente, llame a la puerta y me atendió una muchacha muy humilde, se notaba por su forma de vestir y porque parecía darle pudor mi presencia ya que agachaba el rostro cada vez que me hablaba, le pregunto por Farah, a lo que me contesta.

-Ella está descansando, no sé si quiera atenderlo, no se ha sentido bien últimamente.

-Dígale que un amigo quiere verla, solo dígale eso.

-Justamente señor, ella dice que a los amigos no los quiere ver, no quiere ver a nadie.

-Mire, yo soy su medico, todavía puedo hacer algo para que ella este mejor, déjeme pasar, no le diga nada, solo déjeme pasar.

Pareció iluminársele el rostro, es como si mi presencia le diera una esperanza, entonces me llevó hasta su habitación. Tenía muebles demasiados viejos, pero todo se veía limpio, impecable, había flores en una mesa pequeña y eso le daba un atractivo especial al lugar.
La vi desde el umbral, me saque el sombrero. Parecía dormida y a la vez entregada, sentí piedad además de unos deseos enormes de abrazarla y protegerla, me acerqué y abriendo los ojos me dijo.

-Que terco es doctor, no pierda el tiempo conmigo, mire que venir hasta acá y dejar a sus pacientes por mi -su vos se escuchaba cansada.

-No señora no se la crea, solo pasaba, además hoy no tengo consultorio –lo dije casi sin pensar, a lo que ella sonrió por primera vez y llamando a la muchacha le pidió que me trajera un té porque estaba muy frio y también una copa de licor.

- No quiero morir en una sala de hospital, sola, rodeada de enfermos y médicos, además las enfermeras me caen mal, prefiero que sea así, acá en mi casa -sus ojos se llenaron de lágrimas-¿Qué se puede hacer por mi?  -y su llanto me desgarro el alma - ya esta doctor solo hay que esperar.

-Lo que se puede hacer es luchar- le dije

-¡Luchar! ¿Porque, por cuanto tiempo?

-El tiempo no lo se, meses, talbez uno o dos años, pero no ahora,  -lo dije con la esperanza que aquella mujer se pusiera de pie y luchara por el tiempo que fuera, pero no así entregada, así no me decía y tenia que convencerla.

-Hay que irse con dignidad verdad doctor, luchando, eso me quiere decir,-se quedo mirando el ventanal que ofrecía unos rayos de luz de una mañana soleada- ¿Sabe qué? Prométame… ¡Pero míreme! Prométame que cuando llegue ese momento, no será en el hospital, en cualquier lugar menos allí.

-Se lo prometo, voy a cuidar de usted, no se porque lo hago, pero…

-El destino doctor tiene cosas inexplicables, usted no sabe nada de mi, sin embargo esta aquí. Hay algo que las personas no podemos dominar, las cosas solo pasan porque tienen que pasar. –sonrió y eso me hizo sentir que yo era su destino tal como ella acababa de describirlo.

Fui su sostén, cuidaba de ella como si fuera mi más preciado tesoro. La acompañe en su tratamiento, pase noches a su lado cuando estaba internada, en su casa junto a Carola la joven que vivía con ella desde que la encontró deambulando en las calles, muerta de hambre y de frio, desde entonces fue su inseparable compañía, su perro fiel, se sentía agradecida y verla así la ponía muy mal.
 Estábamos sentados en uno de los corredores del hospital mientras esperábamos uno de esos tratamientos que le hacían y mirándome por primera vez a los ojos me dijo -Se va a morir- No sé si  fue una pregunta o una afirmación, el tema que me helo el alma, que seria de nosotros cuando eso pasara. Yo sentía que me estaba enamorando de aquella mujer, que la amaba en silencio y así seria siempre, no quería herirla, ni ofenderla con la mínima insinuación de mis sentimientos hacia ella. No le conteste, creo que ella lo comprendió.
Una vez me dijo que Sara la cuidaba como si fuera su madre, no permitía que nadie se le acercara, temía que la lastimaran.
Salíamos a caminar por el parque cuando ella se sentía un poco mejor. Fueron buenos días para ella, sonreía y su semblante se veía mucho mejor, jugaba como niño con las hojas secas pisándola con sus zapatos escuchando el sonido que hacían al romperse.
La tibieza del otoño nos envolvía en aquellas mañanas de sol.Hablamos de todo durante horas, menos de nosotros, no sabíamos quienes éramos, pero estábamos allí, acompañándonos.
En ese tiempo nadie la vino a ver. Realmente estaba sola. Lo que me llamo la atención es que se vestía con discreción y ya no se maquillaba, obviamente no le pregunte porque el cambio.
Fue una de esas mañanas en que caminábamos por el parque en que me dijo.

-Soy prostituta.- lo dijo así ,simple y sin titubeos, como si tuviera que confesarlo porque era su obligación, a mi no me sorprendió, solo moví mi cabeza como haciendo un gesto de que no importaba, pero ella insistió-Es importante para mí que usted lo sepa, usted es transparente en cambio yo tengo mucho de que avergonzarme. Este es un sentimiento que empecé a tener desde que lo conocí y no se porque, usted no se merece que yo le oculte quien soy, al final de cuentas a estas alturas me hace bien decir lo que llevo dentro.

-No tiene nada que decir, yo jamás le pregunte nada, la acepto con sus silencios – realmente así lo sentía, no me importaba su pasado solo que ella estuviera bien.

-Usted me ama –otra vez esa facilidad de decir las cosas y yo sentí pudor por este sentimiento que quise ocultar porque a mis años enamorado de una mujer joven y hermosa .Además no quería que ella malinterpretara mis sentimientos – Sí, me ama, solo un hombre enamorado hace estas cosas y puedo sentirlo. Sabe yo nunca quise a un hombre, no sé lo que es amar. Ve porque le digo que uno no puede escapar de su destino, uno es lo que es,.

- Farah…-no me dejo decir nada.

-Mi nombre es Sara Brown… cambie mi identidad cuando empecé a deambular por la vida- nuevamente me sorprendió- Tenia dieciocho años cuando me fui de mi casa, mi madre me pidió que abandonara el hogar, no pudo aceptar que yo fuera tan libertina. Creí que con el tiempo me buscarían pero no fue así y como yo se quien soy jamás me aceptarían. Así que yo tampoco hice nada para recuperar mi familia.
Hasta que mi madre se diera cuenta de quien era, tuve varios amoríos en una ciudad pequeña, casi un pueblo, con mentalidad y prejuicios de la época. A mi casa venia un amigo de mi padre, un joven casado, con dos hijos. Yo empecé a seducirlo hasta que logre lo que quería. Mi relación con el duro dos años. Pero, me tuvo que compartir con otros ocasionales, a los que tenia cuando yo quería. Yo era muy atractiva, mi madre quería que tuviera novio, claro ella ignoraba lo que pasaba. Pero un día mi amante enloqueció y me reclamo mis aventuras, a lo que yo con toda mi insolencia le respondí que el no tenia derecho porque estaba casado.
No tuve piedad, me negué a seguir viéndolo pero de todas maneras yo seguía mi vida amorosa con otros, como siempre. Una noche el se estrello con su auto y su esposa que ya sospechaba se vino contra mi y con ella las amistades de mi familia. Mi padre me defendía, pese a que yo no se lo negué. El decía que yo merecía una oportunidad. Mi madre no quiso, enfurecida me pidió que me fuera de la ciudad.  De alguna manera ella también cuidando el buen nombre de su familia, cuidaba también sus finanzas, que dependían del resto de los integrantes del lugar.
Así fue que me aleje. Creo haber visto la imagen de mi padre, por última vez desde la ventana. Tenía otros hijos y no podía arriesgarlos por mí. Supongo la vida que habrá llevado al lado de mi madre, el rencor no los debe haber dejado vivir.

-¿Quiere regresar? -pregunté

-¡Ahora que me estoy muriendo! no doctor de ninguna manera, no lo hice antes menos ahora para encima ser una carga para ellos. ¿Sabe? desde que lo conocí acepte mi destino, usted ha sido la única persona que me amo tal como soy, la única persona que me cuido sin pedir nada a cambio. Camina orgulloso de mi brazo y eso me ha hecho sentir que se puede ser digna cuando uno se lo merece claro y yo no se si por mi enfermedad o por que pero usted se acerco a mi y siento que algo bueno paso en mi. Quizás usted sea un ángel que me ayudo a redimirme- y sonrió.

Sara lucho, tuvo una mejoría en la que le permitió disfrutar de las cosas simples, largas caminatas de mi brazo, ir a pasar el día al campo junto a Carola, cultivo plantas y las vio florecer, sobrevivió el cruel invierno y la tibieza de la primavera con su paisaje en flor la vio sonreír  feliz.
Visitamos a mi familia en la playa, compartimos con mis hijos y nietos aquellos días felices.
Mis hijos creyeron por su manera refinada y culta que tenia que era una médica del hospital y algo pasaba entre nosotros. No los contradije, deje que lo creyeran
Hubo algo entre mis hijos y yo que no sucedía hacia tiempo ya que los veía solo en navidad. Me di cuenta que a Nicolás todavía tenia las mismas costumbres, al levantarse se sentaba a desayunar sin siquiera haberse lavado la cara y peinarse, algo que yo siempre reproche. Sebastián seguía mascando chicle y los pegaba bajo la mesa y yo se los hacia despegar. Vi mis nietos con cada una de sus mañas, travesuras y costumbres de la rutina que tiene una familia. Fueron buenos días en los que me reencontré con mis seres tan amados.
Sara no conocía el mar, la vi caminar por la arena con sus pies descalzos. Había algo en ella que hasta me parecía ingenuo, lejos de ser el demonio que ella misma se autodefinió.  Fueron tiempos de bendiciones en la vida de Sara, ahora se podía decir que estaba en paz con ella misma.
Cuando comenzó a decaer entendió que se acercaba el final, entonces me dijo.

--Hay un tiempo para todo, tiempo para equivocarse y tiempo para redimirse, para  asumir las culpas y pedir perdón, para vivir y para morir -saco la medalla que llevaba en su cuello-llévele esta medalla a mi madre y dígale… que le pido perdón.-

Sara Brown se fue una tarde de verano, en su casa como se lo prometí.

Vi por última vez la imagen de Carola, despidiéndola en su última morada. Sola con los recuerdos como lo hace una verdadera amiga. Aunque ella no lo sabe la dejo heredera de su fortuna, que le corresponde en Santa Clara. Tengo en mi poder un testamento que hare valer cuando corresponda.

Caminé por las calles bañándome en nostalgia, buscándola en cada lugar que estuvo, en el suelo que piso, en los árboles que la cobijaron con su sombra y en la arena blanca que acaricio sus pasos. Una brisa suave acarició mi rostro, supe que era ella acompañándome en cada momento de mi existencia. Miré el cielo donde dicen que se van los mortales, entonces no vi oscuridad, solo su luz que me envolvió y estará siempre donde quiera que valla.

 Ahora estoy aquí en la estación de Santa Clara. La casa de la señora Brown ya no se ve. Pienso en el destino que me llevo a estas dos mujeres en el que de alguna manera fui el mensajero de una mentira. Porqué las fotos que le di son de mis nietos, solo la medalla fue de Sara. Pero estoy tranquilo, esa mujer se quedará con la esperanza de que algún día la volverá a ver y que las dos se perdonaron.

 

Es Ficción

ESTELA CARUSO

 


                                      

Es Ficción


ESTELA CARUSO