jueves, 31 de julio de 2014

IMAGENES DE SAL


Si tocas el paquete de sal en los días de humedad pareciera que se convierte en agua, al menos esa es la sensación que me da, a veces quisiera que también sucediera así con mi memoria, que se deslizara entre los dedos y después se convirtiera en nada.

El sol acaricia mi rostro en esta tibia mañana de otoño, mis ojos ven imágenes de sal que se confunden con las que habitan en mi memoria, aquellas ,que alguna vez tuvieron vida. El paisaje desolado, blanco, como si las manos de un artista  hubiera pintado los arboles, aunque al ver los escombros parecen las ruinas después de un bombardeo.

Alguna vez fue mi pueblo, aquel que nos vio abrazados en las calles, locos de amor, yo con mis disiocho años y vos con veintidós, nada nos importaba más que estar juntos.  Éramos novios, nos criamos  en el ceno de dos familias amigas, muy distintas una de la otra. Tu papa don Alfonzo, era mecánico, vestía mameluco todo el día y su casa era  sencilla, tu mama cocinaba como los dioses, un deambular de amigos y parientes todo el día y ni hablar de los sábados a la noche, mientras que mi padre Juan Pablo, siempre de traje y corbata, contador del Banco, nuestra casa un derroche de lujo, mi madre perfumada, profesora y con mucama, aun así, ellos eran amigos y felices de nuestro amor.

 El lago tenía propiedades curativas trayendo gente de todas partes del mundo, pero por esas cosas de la naturaleza, llego la sudestada y lentamente sus aguas avanzaron cubriéndolo todo hasta borrar nuestra historia.

 Han quedado algunos objetos en las calles, así como estaban aquel día y eso impresiona tanto como las casas derrumbadas. El agua que es vida, para nosotros fue muerte, porque nos morimos un poco todos al tener que abandonar nuestro hogar.

Nuestros padres eran amigos de la infancia, de ir a pescar, jugar a las bochas, el asado del domingo en familia. El club donde se juntaban, solo queda algunas letras y restos, solo restos, como todo aquí, una parte por aquí y otra por allá.

Camino entre las ruinas hasta llegar a lo que fue tu casa, lo que fue del taller, del patio donde jugábamos a las escondidas y el que terminaba siempre escondido eras vos y terminabas asustándome mientras que yo no hacía más que llorar y decirte que no era más tu amiga.

A los doce años por razones de trabajo de mi padre nos fuimos tres años a vivir a la capital, al regresar al pueblo paso bastante tiempo para que te volviera a ver.

Fue una tarde, mi padre llevaba el auto al taller, entones, yo lo acompañe, estaba sentada en el auto mientras ellos hablaban cuando te vi, nos quedamos mirando, me dio pudor tu mirada, ya eras un hombre, al menos yo te veía así, tan cambiado, evite volverte a ver, por esas cosas de chica tímida.

Así, pasaron los días hasta que llego aquel beso robado en este mismo jardín, ahora, sin vida. Para que habrá resurgido el pueblo, porque no se habrá quedado como estaba, sepultado bajo las aguas, de la misma forma que estaba mi pasado, y no así, de esta manera que cada lugar me trae tu imagen, cada pedazo de escombro es tu recuerdo, no sé qué hago acá, viéndome aquel día corriendo asustada porque me besaste, no quería verte mas, cuando ibas a mi casa me escondía, me daba vergüenza.

Durante un año te evite, aunque si te veía con una chica me ponía verde de la bronca, y vos, no me hablaste mas, estabas enojado conmigo, hasta que un día yo salía de la escuela, tenía que pasar obligada por tu casa hasta llegar a la mía que estaba en el centro, se desato entonces una tormenta de viento y lluvia y no me quedo otra que refugiarme en el taller, estaba toda mojada y vos con tu mameluco engrasado y yo con mi guardapolvo blanco. Estabas solo para colmo, yo parada en la puerta, no quería dar un paso más.

-Pasa-me dijiste- si no te voy hacer nada.

-No así estoy bien –conteste asustada

-¡Pero vos que te pensas que soy pendeja! Te ofendiste por un beso, no me hablaste más, ni que te hubiera querido hacer algo malo, a veces me preguntan, que paso que no somos más amigos y yo no sé qué decir.

-Eso es problema mío.-dije, temblando hasta los dientes.

-Sabes que, cuando pare de llover te vas, no te quiero ver aquí.

Yo tiritaba de frio, me sentía tan mal, no sé si fue la lluvia o estar tan cerca de vos pero caí redondita en tus brazos, desmayada.

Después de aquel día, nos volvimos a ver en una fiesta en el lago, habían pasado algunos meses, esa noche estaba todo el pueblo, aunque yo solo te vía a vos, te acercaste a mí, obviamente sali del lugar casi corriendo, pero esta vez me alcanzaste y me distes tremendo beso del que no me pude resistir y así vinieron muchos más.

 Éramos novios, de esos apasionados, que se quieren con locura, posesivos, queridos por todos, abrazados en las calles de este pueblo que me lastima, al que jamás debí regresar, ahora no se ve a nadie, solo alguna que otra persona caminando.

Es tan poco lo que quedo de la iglesia donde nos íbamos a casar, no faltaba mucho tiempo, ya estaba casi todo listo, entonces yo decidí estudiar medicina en la capital y me fui y te deje con el corazón destrozado.Vos y tu orgullo, me dijiste que todo se terminaba si yo estudiaba, vos o la carrera, esa era la elección que debía tomar, elegí ser medica. Éramos demasiado apasionados por eso todo término así, no queríamos compartirnos con nada.

En todos los años que estuve en la capital, mis padres jamás me hablaron de vos, te extrañaba tanto que la vida se me hacia un infierno, sin embargo fue mi orgullo el que me hiso seguir, me recibí y después de algún tiempo regrese.Entonses seria la médica del pueblo, quería estar aquí, verte, saber que había sido de vos, fue un amigo nuestro que me encontré en la calle que me comento

-No quiere saber nada con verte, le dije - ella regreso, está aquí en el pueblo, a lo que él me contesto –No quiero que se acerque por aquí.

Aquella tarde llegue al taller, estabas como siempre, todo engrasado, pero más atractivo y mas hombre que nunca, los años te habían beneficiado tanto que me quede sin respiración, obviamente te enojaste tanto cuando me vistes, te salían chispas de tus ojos

-No tenes nada que hacer aquí, andate

Yo estaba sin habla, paralizada

-No escuchaste andate- y siguió trabajando

Entonces me fui llorando, con una angustia que me explotaba el pecho, así supe lo que era sufrir en carne propia la desilusión, la misma que sentiste cuando me fui, dejándote con los sueños rotos, tubiendo que seguir y volver a empezar.

Pensé que te habías casado y que tendrías hijos, y vos, pensabas lo mismo de mi, nos cruzábamos en el pueblo y nos odiábamos, hasta que supe que te habías quedado solo, quizás por resentimiento o porque esperabas mi regreso, no lo sé, solo sé que te ame como jamás podre amar, que me equivoque, porque ser medica no me hizo feliz, mi felicidad eras vos y no lo supe ver. Traté de saber que me paso, y no puedo entender porque tome aquella decisión, quizás porque éramos tan absorbentes que nuestro amor me ahogaba.

Aquella mañana nos encontramos en las puertas de la iglesia, me tomaste de un brazo y me dijiste que no podías vivir sin mí, me distes una apretada que hasta los santos temblaron, es que así éramos nosotros, descubrí el amor en tus brazos y no hubo más. Tenias lagrimas en tus ojos, tuve un presentimiento, te dije que te amaba, y que estaría siempre a tu lado, entonces, nos besámos y nos abrazamos una vez mas tan pero tan fuerte que supimos que jamás viviríamos un amor así con nadie. Te ibas de viaje a la capital, prometiste que al regresar estaríamos juntos, yo espere tu regreso, era lo único que me importaba, sin vos, la vida para mí no tendría sentido.

Sigo caminando, sin pensarlo mis pasos me llevan a la escuela, estoy llorando cuando veo lo que quedo de ella, en la que  los recreo nos juntaba y vos me cuidabas, porque ya entonces era tu amor, tu único amor, ese amor que perduro en el tiempo mas allá de las ruinas, de las aguas, de aquel viaje que te llevo,todo se puede destruir, menos a nosotros, estaremos aquí  en este montón de escombros y mas allá de la vida, nosotros  estamos en este pueblo, abrazados, apasionados, amándonos en sus calles.

Han pasado tantos años, a mi edad solo quedan recuerdos que lastiman, me queda el dolor de no haberte sabido amar como te lo merecías, he regresado después de tanto tiempo, ya nada queda, solo nuestro amor en ruinas, en ruinas de sal.

Hay personas que van al cementerio, después de tantos años volvieron a ponerles flores a sus seres queridos, yo los sigo, las tumbas están allí, entonses, yo, pongo una rosa en tu última morada. FIN

Estelacaruso jaeltete cuentos

Es ficcion

 

 

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